Breve historia de las pastorelas
Es un género casi desconocido que nace en la literatura provenzal o occitana en el sur de Francia entre los siglos XI y XII. Su composición era en lenguaje vulgar y normalmente trovada. En ella se cuenta la historia de una pastorcilla o pastora la cual es pretendida por un caballero para conseguir sus favores. La pastorcilla o bien con ayuda de su familia o con su propio ingenio consigue que el pretencioso caballero fracase en su intento. De Francia se extendió a Italia y España y se conocen, por su composición similar, como serranilla castellana. En el siglo XIV las incluye el Arcipreste de Hita en su Libro del Buen Amor. Más tarde, en el s. XV, Don Iñigo López de Mendoza, el Marqués de Santillana, compone unas serranillas muy populares donde ensalzaba la belleza de las serranas. Los monjes franciscanos llevan este arte popular a las nuevas tierras conquistadas de América y es en México donde se hacen más tradicionales con un origen más religioso donde hay una lucha del bien contra el mal. Durante el siglo XVI y XVII varios autores españoles componen varias pastorelas teatrales, entre ellos Sebastián de Horozco, Lope de Vega o Luis de Góngora. Se conservan unas 25 pastorelas originales.
En el Libro del Buen Amor, de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, se incluyen varias pastorelas o serranillas
La siguiente pastorela o serranilla castellana la incluyo en mi libro Doña Enriqueta y está dedicada a mi hija Daniela. La acción en el libro se desarrolla cuando unos trovadores, durante una feria ganadera donde acude todo el pueblo, trovan la pastorela llamada LA BELLA DANIELA.
I
Por
los campos de Priego
Vigilante,
iba un caballero andante
Divisó
a lo lejos a un labriego
Acercóse
a él intimidante
Y
presentóse: -Me llamo Diego
Caballero
andante soy y en amores lego
Buscando
voy a una pastorcilla elegante
De
hermosos ojos negros, de mirada desafiante,
Para
pedirle sus favores, hacerla mi amante,
Por
su amor castellano estoy ciego
Por
su amor suspiro y a Dios mismo niego.
II
Esperaba
el caballero respuesta ansiada
Muchos
eran ya los días de búsqueda negada
-Don
Caballero: solo conozco una así de encantadora
La
llaman Bella Daniela porque es muy agraciada
Pretendida
por príncipes y reyes para ser adorada
Y
a todos rechaza la linda pastora
-Lo
sé; su fama llega desde Salamanca hasta Zamora
Pero
mi cortejo a mi alma decora
Por estos prados pastorea siempre
encantada
Recitando en cantares la misma balada
Se
la oye mucho al alba a la bella candora.
III
Siguió
camino el caballero y no tardó en divisarla
Allí
estaba sentada en la verde pradera
Su
pelo meciéndose al viento y su cara rozarla
Bella
era sin duda y su amor ojalá consiguiera
Habló
despacio porque no quería asustarla
-Mi
preciosa pastorcilla, me alegro de encontrarla
Largos
días y noches a vos persiguiera
Su
amor, Bella Daniela, a mi corazón sufriera
Me
llenaría de gozo que me correspondiera
Yo
la recompensaría en, de verdad, amarla
Déjeme,
mi joven pastora, su amor conquistarla.
IV
-Caballero,
disfrutar sin querer no me gusta
Mil
engaños he padecido
De
gentes crueles e indignas
Mi
corazón ahora está dormido
-Mi
juramento y esperanzas son dignas
De
verdadero infante herido
Que
entregara su vida injusta
-Valiente
es y muy atrevido
Y
mérito es el que hasta aquí llegue sin fusta
-¿Entonces
desea mi amor hundido?
¿Se
aviene a quererme sin olvido?
V
-El
amor no es amor si es forzado
Caballero
andante de tierras heredado
Agradezco
su valentía y su gallardía
Pero
sin respuesta dese por informado
Que
el ganado sigue apacentado
-Moza,
no podéis romperme el alma. No seáis cría
Os
amo profundamente. Os amo en demasía
Soy
adinerado y en amores quiero maestría
-El
amor no se compra, caballero desafortunado,
Su
felicidad no será plena, será desdichado,
Siga su senda; para vos
yo soy baldía.
VI
-Tengo
tierras, palacios. Tengo lacayos y escuderos
No se resista, pastorcilla, aprenderá a amarme
-Soy
feliz en mi pobreza y mis ronceros
Su
riqueza no conseguirá enamorarme
Caballero;
prefiero la soledad a sus dineros
-No
quiero su enfado. A tiempo sé retirarme
Nadie
ahora podrá consolarme
Me
ha ocurrido esto por ilusionarme
-Yo
no le pedí ni sus ganas ni sus amores romanceros
Gracias
por su caballerosidad pero tome otros derroteros
Y
que sea el destino quien decida prendarme
VII
-He
recorrido leguas para verla
He
intentado su amor prenderla
Por
bueno doy el esfuerzo emprendido
Admirar
su belleza, moza mía, ha merecido…
Más
la pena que poseer la más apreciada perla
VIII
-No
insisto más –siguió- he logrado entenderla
Mi
frustración ya no es por no poseerla
Si
no porque su amor es puro y no escogido
-Convencida
estoy de que no todo está rendido
La
esperanza siempre hay que tenerla
IX
Don
Diego, el caballero andante, su camino ha seguido
La
Bella Daniela, la pastorcilla, ha sonreído
Su
ceguera, una vez más, no conseguían comprenderla.
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