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Este blog personal es solo eso: personal. No pretendo nada más que escribir sobre libros, autores y mis pensamientos literarios y poéticos y también sobre mis canciones favoritas. También en las páginas de Mi Arte y Recuerdos explico, con fotos, algo más de mí. En la página de Visitas España al blog pongo las banderas de las provincias españolas que me han visitado y una breve historia sobre la capital de cada provincia. De igual forma hago en la página Visitas países al blog, con la bandera del país y una breve historia sobre el mismo. Yo disfruto al máximo al escribir este blog y espero y deseo que los que entren y lo lean hagan lo mismo.

martes, 16 de abril de 2013

El Conde Lucanor

Obras clásicas de la literatura española


El Conde Lucanor o Libro de Patronio


Infante don Juan Manuel
El Infante don Juan Manuel (1282 - 1349) es el autor de la obra El Conde Lucanor, obra escrita entre 1300 y 1335.


El Conde Lucanor o Libro de Patronio es una compilación de 51 apólogos o cuentos  con  moraleja. En la entrada titulada Fábulas se explican qué son y cuales son las diferencias esenciales entre éstas y los apólogos.


El autor

El Infante don Juan Manuel era hijo del Infante don Manuel, hijo menor del rey Fernando III el Santo y de la segunda esposa de éste, doña Beatriz de Suabia. Era sobrino de Alfonso X el Sabio, primo hermano de Sancho IV el Bravo y tío segundo de Fernando IV el Emplazado. Nació el 6 de mayo de 1282 en Escalona, Toledo y falleció por los meses de abril, mayo o junio de 1348 en Córdoba siendo llevados sus restos al monasterio de Predicadores de Peñafiel, Valladolid, que fundó él mismo.

Sancho IV de Castilla el Bravo
El rey Sancho IV de Castilla (1258 - 1295).
Era primo hermano del Infante don Juan
Manuel.
Cuando todavía no había cumplido los veinte meses de edad murió su padre; el cual, en su testamento, dejó la custodia a su madre y la tutela a su mayordomo Juan Sánchez de Ayala y sus ayos Alfonso García y Gómez Fernández de Orozco que se encargaban de su crianza y educación. Pero fue su primo hermano, el rey de Castilla, Sancho IV, el que, verdaderamente, se ocupó del infante, permitiéndole que reconstruyera su castillo de Peñafiel, construido a finales del siglo IX o principios del siglo X, y fundara el monasterio de San Pablo y que entregó a los dominicos a cambio de ser enterrado en el Altar Mayor de éste. Fue mandado construir por su tío Alfonso X el Sabio y  en 1324 el infante fue el que colocó la primera piedra. En 1294, con doce años, ya tuvo que empuñar las armas contra los musulmanes en tierras levantinas y obligando a estos a retroceder hasta tierras granadinas. Hasta los veintes años se enfrentó a las huestes aragonesas y navarras que aliadas con los Infantes de la Cerda habían tomado castillos y fortalezas de las tierras de Murcia y Alicante. Consiguió la paz entre la reina doña María de Molina y su hijo el rey Fernando IV y el rey de Aragón Jaime II y como premio consiguió la mano de la infanta Constanza, hija de este último, casándose con ella en 1313, con la que tuvo tres hijos, aunque su mano ya la había pedido en 1303, pero se tuvo que esperar por la temprana edad de ésta que solo contaba tres años. Era su segundo matrimonio ya que en en 1299 se había casado con doña Isabel, infanta de Mallorca, muriendo esta dos años más tarde. Se casaría una tercera vez. Lo hizo con Blanca de la Cerda y Lara, bisnieta de Alfonso X el Sabio, con la que tuvo dos hijos: Fernando y Juana.

Alfonso XI el Justiciero
Alfonso XI el Justiciero.
(1311 - 1350)
Los triunfos bélicos solo hicieron que se volviera más guerrero y pretencioso y fue su existencia una sucesión, ininterrumpida, de alianzas, guerras, desuniones sin motivos y sin razón aparente, incluido con reyes y nobles. Con tal de conseguir la tutoría de Alfonso XI, que era rey pero menor de edad, se  alió con el infante don Felipe en contra del tutor real don Juan el Tuerto. Luego lo haría con éste mismo pero contra el infante Felipe ya que también iba en contra de la reina regente, abuela del rey niño, María de Molina.

Esto acabó, tal y como quería el Infante don Juan Manuel, en boda: don Alfonso se casó con la hija del Infante don Juan Manuel, Constanza, pero su matrimonio fue anulado por no consumado y el infante, con la excusa de que Alfonso XI había secuestrado y encerrado en el castillo de Toro a su hija se alió con los moros granadinos, que acababa de vencer en la batalla del Guadalhorce, para combatir al monarca. En 1327 muere su esposa Constanza y el Infante sigue con su alianzas y contralianzas a favor y en contra Alfonso XI pero que finalmente, en 1337, quedan definitivamente reconciliados, al cual, incluso, le ayudó a combatir a los moros granadinos y africanos.

Pedro IV el Ceremonioso
Pedro IV el Ceremonioso (1319 - 1387) 
Rey de Aragón, Valencia y Conde
de Barcelona.
Son en estos últimos años que don Juan Manuel se dedica más de lleno a la literatura. Él era uno de los hombres más ilustrados de su época teniendo a su tío, Alfonso X el Sabio, como referencia, aunque con la diferencia de que usa la prosa más inventiva sin textos traducidos previamente. Su obra más conocida, El Conde de Lucanor, es un libro de apólogos, escrita entre 1300 y 1335.

En 1348 se casó su hijo don Fernando con una hija de Ramón Berenguer y su hijo fue el rey Juan I de Castilla. Llegando el final de la primavera de ese año muere el Infante don Juan Manuel en Córdoba, el cual había ido a ayudar al rey Alfonso XI, en el asalto a Gibraltar. Nació, prácticamente luchando, y murió de la misma manera. Fue un gran ilustrado de su época y nos dejó un gran legado literario.




Su obra

El infante don Juan Manuel se refirió a sus obras en sus propios libros:

 "Todos los libros que yo hasta aquí he hecho son doce: el primero tracta de la razón por qué fueron dadas al infante don Juan Manuel, mío padre, estas armas que son alas e leones, e por qué yo e mío hijo legítimo heredero e los herederos del mi linaje podemos hacer caballeros, non lo seyendo nos, e de la fabla que hizo conmigo el rey Sancho en Madrit ante su muerte (...) E el otro de Castigos e Consejjos, que dó a mi hijo don Fernando, e son todas las cosas que yo probé. E el otro libro es el de los Estados. E el otro es el Libro del Caballero e del Escudero. E el o tro Libro de la Caballería, e el otro de la Crónica Abreviada, e el otro de la Crónica Complida. E el otro el Libro de los Ingenios e el otro el Libro de la Caza, e el otro el de las Reglas como se debe trovar"

Con todo esto el más importante biógrado del Infante don Juan Manuel, Andrés Giménez Soler, establece la lista de sus obras con un orden cronológico en que fueron redactadas: 

      1.- Libro del Caballero e del Escudero (1326).
      2.- Libro de los Estados (1327 - 1332).
      3.- Libro de los Ejemplos (El Conde Lucanor o Libro de Patronio) (1300 - 1335).
      4.- Crónica abreviada (a partir de 1337).
      5.- Libro de la Caza (posterior a 1337).
      6.- Prólogo al Conde de Lucanor (1340).
      7.- Libro de los Castigos (1342 - 1344).
      8.- Tratado de las Armas (1342).
      9.- Prólogo General (1342).
     10.- Tratado de la Beatitud (posterior a 1342).

El mismo Giménez Soler escribía del infante: "La pluma castellana  sale de la pluma de don Juan Manuel remozada y renovada; ya  no es la del tiempo de su tío Alfonso X el Sabio, y aunque no llega a ser la del siglo de oro, está en el punto medio de las dos y tal vez, más próxima a la segunda que a la primera".

De lo que no cabe duda es de la enseñanza didáctica que don Juan Manuel puso en toda su obra. Enseñar era su único deseo y aunque guerrero, vengativo, hombre de violentísimas pasiones, de proceder inexplicable en la mayoría de sus acciones bélicas fue un gran escritor con la sensibilidad y candidez  del mejor poeta.


El Conde Lucanor o Libro de Patronio


Esta es la obra maestra, sin duda, del Infante don Juan Manuel, la que le coloca en la cumbre de la literatura castellana de la época. Comprende una colección extensa de apólogos o cuentos, de fondo moral, que el autor terminó en 1335, trece años antes que la famosa peste de Florencia inspirase a Boccaccio en su Decamerón, y que empezó a escribirlos en 1300. El conde de Lucanor propone, en cada uno de los apólogos, a su sabio consejero Patronio, un problema moral o social. El sabio Patronio lo resuelve siempre de un modo alegórico.

Portada primera edición publicada de El Conde Lucanor
Primera edición publicada
de El Conde Lucanor.
Sevilla, 1575.
La colección de cuentos es muy variada por la naturaleza de los mismos y por su procedencia. Comprende desde fábulas esópicas y orientales hasta parábolas, alegorías o cuentos satíricos. El Infante don Juan Manuel se inspiró, entre otras, en Las Fábulas de Esopo; Historia Natural de Plinio; Las Fábulas de Fedro; el libro árabe Las cuarenta mañanas y las cuarenta noches; el Evangelio de San Lucas o la Crónica de Fernán González. Estos apólogos sirvieron, a su vez, de fuente de inspiración a escritores como Cervantes (El retablo de las maravillas), Shakespeare (La fierecilla domada), Calderón de la Barca (La vida es sueño) y fabulistas como Gil Vicente o La Fontaine.

El infante quiso, al componer esta obra, que sus lectores comprendieran  bien el mensaje moralizador de cada cuento y que no se confundiera con unos simples cuentos sin más.  Para tal fin usa un lenguaje asequible a todos y da las razones él mismo en el prólogo:

"(...) E porque cada hombre aprende mejor aquello con que más se beneficia, por ende, el que alguna cosa quiere mostrar a otro, débeselo mostrar en la manera que entendiese que será  más pagado el que lo ha de aprender (...) Por ende yo, don Juan, hijo del infante don Manuel, adelantado mayor de la frontera e del reino de Murcia, hice este libro, compuesto de las más apuestas palabras que yo pude, e entre las palabras entremetí algunos ejemplos de que se podrían aprovechar los que los oyeren. Esto hice según la manera que hacen los físicos, que, cuando quieren hacer alguna melecina que aproveche al hígado, por razón que, naturalmente, el hígado se beneficia de las cosas dulces, mezclan con aquella melecina, que quiere melecinar al hígado, azúcar o miel o alguna cosa dulce, ganándolo para sí, lleva con ella la melecina que le ha de aprovechar (...)".

De El Conde Lucanor se conservan cinco códices, todos posteriores a 1335, ya que todos los documentos que conservaba el infante en un códice fueron destruidos en un incendio del convento de Peñafiel y que estaban a cargo de los dominicos que los conservaban y custodiaban. De todos estos códices solo se conserva completo el que se guarda en la Biblioteca Nacional de Madrid con el número 6376. El Ejemplo IV y el Ejemplo XXIII son una muestra de los apólogos del Infante don Juan Manuel:




EJEMPLO IV

DE LO QUE DIJO UN GENOVÉS A SU ALMA, CUANDO SE HUBO DE MORIR




Un día hablaba el conde Lucanor con Patronio, su consejero, e contábale su hacienda en esta manera:

-Patronio, loado a dios, yo tengo mi hacienda en buen estado e en paz, e he todo lo que me cumple según mis vecinos e mis iguales e, por ventura, más. algunos aconséjanme que comience un hecho de gran aventura e yo he gran voluntad de hacer aquello que me aconsejan; pero por la fianza que en vos tengo, non lo quise comenzar hasta que hablase con vos e vos rogase que me aconsejáseis lo que hiciese en ello.

-Señor conde Lucanor -dijo Patronio-, para que vos hagáis en este hecho lo que a vos más cumple, placeríame que supeseis lo que aconteció a un genovés.

E le conde le rogó que le dijese cómo fuera aquello.
Patronio le dijo:

-Señor conde Lucanor, era un genovés muy rico e muy bien andante según sus vecinos. Aquel genovés enfermó muy mal e, de que entendió que non podía escapar de la muerte, hizo llamar a sus parientes e a sus amigos; cuando todos fueron con él, envió por su mujer e por sus hijos e asentóse en un palacio muy bueno donde veía la mar e la tierra; hizo traer ante sí todo su tesoro e todas sus joyas e, de que todo lo tuvo ante sí, comenzó a hablar con su alma en esta manera:
-alma, yo veo que tú te quieres partir de mí e non sé por qué lo haces; ca, si tú quieres mujer e hijos, bien los ves aquí delante tales dque te debes tener por pagada; e si quisiereis parientes e amigos, ves aquí muchos muy buewnos e mucho honrados; e si quieres muy gran tesoro de oro, e de plata, e de piedras preciosaas, e de joyas, e de paños e de marcandías, tú tienes aquí tanto dello que non te hace mengua haber más; e si quieres naves e galeras que te ganen e te traigan muy gran haber e honra, veslas aquí, o están e la mar que ves desde mi palacio, e si quieres muchas heredades, e huertas muy hermosas, veslas do parecen destas finiestras; es si quieres cabballos, e mulas, e aves, e canes para cazar e tomar placer, e juglares para te hacer alegría e solaz, e muy buena posada bien provista de camas, e de estrados, e de todas las otras cosas que son en ella menester; de todas esas cosas, a ti non te mengua nada; e, pues tú has tanto bien e non te tienes por pagada nin puedes sufrir el bien que tienes, e pues con todo esto non quieres fincar e quieres buscar lo que non sabes, de aquí adelante ve con la ira de Dios, e será muy necio quien de ti se doliere por mal que te venga.

E vos, señor conde Lucanor, pues, loado a Dios, estáis en paz, con bien e con honra, tengo que non haréis buen recaudo en comenzar lo que decís que vos aconsejan, ca por aventura estos vuestros consejeros vos lo dicen e porque saben que, desque en tal hecho vos hubieren metido, por fuerza habréis que hacer lo que ellos quisieren e habréis de seguir su voluntad desque fuereis en el gran menester, así como siguen ellos la vuestra, agora que estáis en paz.

E por aventura cuidan que por el vuestro pleito enderezarán ellos sus haciendas, lo que non les puede acontecer en cuanto vos viviereis en asosiego, e vos acontecería lo que decía el genovés al su alma. Mas, por el mi consejo, en cuanto pudiereis haber paz e asosiego a vuestra honra, e sin vuestra mengua, non vos metáis en cosa que lo hayáis todo a aventurar.

Al conde plugo mucho el consejo que Patronio le daba, e hízolo así e hallóse bien.

E cuando don Juan halló este ejemplo, túvolo por bueno e non quiso hacer versos de nuevo, sinon que puso en él una palabra que dicen las viejas en Castilla, e que dice  así:

       "Quien a gusto está sentado, non trate de levantarse"




EJEMPLO XXIII

DE LO QUE HACEN LAS HORMIGAS PARA SE MANTENER



Hablaba otra vez el conde Lucanor con Patronio, su consejero, en esta manera:

-Patronio, loado a Dios, yo so asaz rico e algunos aconséjanme que, pues puedo hacer que non tome otro cuidado sinon tomar placer e comer, e beber, e holgar, que asaz he para mi vida aunque deje a míos hijos bien heredados. E por el buen entendimiento que vos habéis, ruégovos que me aconsejéis lo que vos parece debo hacer.

-Señor conde Lucanor -dijo Patronio-, como quier que el hogar e tomar placer es bueno, para que vos hagáis en esto lo que es más aprovechoso, placeríame que supieseis lo que hace la hormiga para mñantenimiento de su vida.

E el conde le preguntó cómo fuera aquello.

E Patronio le dijo:

-Señor conde Lucanor, ya vos veis cuánto pequeña cosa es la hormiga e, según razón, non debía haber muy gran apercibimiento, pero hallaréis que cada año, al tiempo que los hombres cogen el pan, salen ellas de sus hormigueros e van a las eras e traen cuanto pan pueden para su mantenimiento e métenlo en sus casas. E, a la primera vez agua que viene, sácanlo fuera; e las gentes dicen que lo sacan a enjugar, mas non saben lo que dicen e non es así la verdad ca, bien sabéis vos que, cuando las hormigas sacan la primera vez el pan fuera de sus hormigueros, entonce es la primera agua e comienza el invierno; pues si ellas, cada vez que lloviese, hubiesen de sacar el pan para lo enjugar, luenga labor tendrían; e demás, non podrían haber sol para lo enjugar, ca en el invierno non hace tantas veces sol que lo pudiesen enjugar.

Mas la verdad por que ellas lo sacan la primera vez que llueve, es esta: ellas meten cuanto pan pueden haber en sus casas una vez, e non catan por otra  cosa sinon por traer cuanto pueden; e desque lo tienen ya en salvo, cuidan que tienen ya recaudo para su vida ese año. E cuando viene la lluvia e se moja, el pan comienza de nacer; e ellas ven que si el pan nace en los hormigueros, en lugar de se gobernar dello, su pan mesmo las mataría e serían ellas ocasión de su daño. E entonce sácanlo fuera e comen aquel corazón que ha en cada grano de que sale la simiente, e dejan todo el grano entero. E después, por lluvia que haga non puede nacer e gobiérnanse dél todo el año.

E aún hallaréis que, maguer que tengan cuanto pan les cumple, cada vez que buen tiempo hace non dejan de acarrear cuales quier herbizuelas que hallan. E esto hacen recelando que les non cumplirá aquello que tienen, e mientras han tiempo non quieren estar de balde nin perder el tiempo que Dios les da, pues se pueden aprovechar dél.

E vos, señor conde, pues la hormiga, que es tan mezquina cosa, ha tal entendimiento e hace tanto por se mantener, bien debéis cuidar que non es buena razón para ningún hombre, e mayormente para los que han de mantener gran estado e gobernar a muchos, querer siempre comer de lo ganado; ca cierto ser que, por gran haber que sea, donde sacan cada día e non ponen nada, non puede durar mucho e demás, parece muy gran amortiguamiento e gran mengua de corazón. Mas el mío consejo es éste: que si queréis comer e holgar, que lo hagáis siempre manteniendo vuestro estado e guardando vuestra honra, e catando, e habiendo cuidado cómo habréis de que lo cumpláis; ca, si mucho hubiereis e bueno quisieresis ser, asaz habréis lugares en que lo despendáis a vuestra honra.

Al conde plugo mucho este consejo que Patronio le dio, e hízolo así e hallóse ende bien.

E porque don Juan se pagó de este ejemplo, hízolo poner en este libro e hizo estos versos, que dicen así:

      "Non comas siempre lo que has ganado;
      Vive tal vida que mueras honrado"




BIBLIOGRAFÍA: 

-Federico Carlos Sainz de Robles (Prólogo de El conde Lucanor - Don Juan Manuel de S.A.P.E. Club Internacional del Libro, 1989).

-Andrés Giménez Soler (Don Juan Manuel, Biografía y estudio crítico, Zaragoza 1932)







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